Saturday, June 14, 2014

Biografia de Ulises Vela Hidalgo




El Amor Nunca Muere!

Biografia de Ulises Vela Hidalgo escrita por su esposa
Enith Alvarado Bartra Vda. de Vela con ocasion del
dia del padre del año 2014.


El 18 de Septiembre de 1931, en la ciudad de Moyobamba, Peru,  vino a este mundo  Ulises Vela Hidalgo en el hogar de los esposos Manuel de los Santos Vela Célis y Rosa Elvira Hidalgo Rengifo, siendo el primogénito de este matrimonio; Mas adelante fueron diez los hijos nacidos de esta unión y ellos son Ulises, Soledad, Edison, Sergio Hernán, Hercilia, Manuel , Teófilo, Carlos, Judith y Rolando.
Ulises en cuanto terminó sus estudios secundarios en el Colegio Nacional Serafín Filomeno, se vio en la necesidad de trabajar debido a las nuevas obligaciones que adquirió con la llegada de su primer hijo llamado Nelson.
                                             
Familia Vela en los 50's
                                


Con este propósito, y como persona responsable, se trasladó a la ciudad de Iquitos en búsqueda de trabajo para contribuir económicamente al sostenimiento del hogar de sus padres y con los gastos de la crianza de su pequeño hijo que fue criado por sus abuelos. Como padre responsable, él siempre estuvo pendiente de su primogénito desde cualquier lugar donde residía. En Iquitos, donde tenían un familiar muy cercano, con cuya ayuda entró a trabajar en el Banco de Crédito del Perú, entidad en la que logró hacer una verdadera carrera, gracias a su empeño, su responsabilidad y su deseo de progresar. Todavía tengo fresco en la memoria, sus noches de desvelo cuando de manera autodidacta estudiaba mecanografía, contabilidad y administración de empresas.

Trabajó en esta institución bancaria durante cuarenta años ininterrumpidos mereciendo siempre el aprecio y respeto de todos sus compañeros por su conducta recta y su trabajo intachable. Sus colegas de mayor confianza se referían a él con el apelativo de “Velita”.
Yo conocí a Ulises en Tarapoto, cuando él era funcionario de la recientemente inaugurada Sucursal del Banco de Crédito, que tenía su local cerca de la escuela donde yo trabajaba. Un día de 1957, mientras cumplía una actividad extra curricular celebrando el “Día del Ahorro”, llevé a mis alumnas a esta entidad para que abrieran una libreta de ahorros con la simbólica suma de S/. 1.00. y mientras ellas eran atendidas en una de las ventanillas, Ulises se acercó cortésmente a mí y conversamos brevemente.
Después de este incidente casual y fortuito, que nos dio la oportunidad de conocernos, comenzó una relación amistosa entre nosotros y que rápidamente fue creciendo hasta que nos enamoramos y casamos en poco tiempo. Se podría decir que fue el encuentro de dos almas gemelas y que el amor verdadero no se reduce a lo físico ni a lo romántico. “El amor verdadero, el amor que nunca muere, es la aceptación de todo lo que el otro es”.




Nos casamos el 12 de Octubre de 1957 y como regalo de esta unión después de un año nació nuestro primogénito al que bautizamos con el nombre de Ricardo, luego llegaron Miguel, Pilar, Marco y Luis.
Vivimos en Tarapoto durante muchos años y en el transcurso de ese periodo, Ulises participó activamente en muchas actividades de la colectividad, como en la construcción de la Iglesia nueva de esa ciudad, trabajando codo a codo con los padres Pasionistas como miembro de un comité creado para ese fin.

Cuando mi esposo fue trasladado a la ciudad de Tacna, nuestra vida familiar sufrió un duro golpe, ya que él tuvo que ir a esa ciudad inmediatamente para hacerse cargo del nuevo puesto. Yo me quedé sola en Tarapoto con nuestros cinco hijos mientras ellos terminaban su año escolar. Esto fue terrible, y llegado el momento de la mudanza fue un horror, perdimos muchos de nuestros enseres, y no todo termino allí, ya que después de permanecer unos pocos meses juntos en la ciudad de Tacna, Ulises fue nuevamente trasladado, esta vez al Asiento Minero de Toquepala en el mismo departamento de Tacna, y me tocó nuevamente quedarme sola con mis hijos; únicamente los fines de semana Ulises nos visitaba y así la pasamos durante cinco años.
Debido que nuestro hijo mayor estaba cursando estudios universitarios en Lima, nuestra familia estaba en tres lugares distintos y es por esto que tratando de reunir nuevamente la familia, Ulises solicitó y finalmente consiguió que le trasladaran a Lima aunque sea con carácter ambulatorio, ya que su función era la de remplazar temporalmente a funcionarios en diferentes localidades del país mientras nosotros permanecíamos en la capital del Perú sufriendo su ausencia; sin embargo, con mucho amor y responsabilidad, la pasamos siempre unidos a la distancia; yo tuve que renunciar a mi carrera docente para dedicarme íntegramente al cuidado de nuestros hijos

Gracias a Dios estos percances no derrumbaron nuestra unidad familiar y más bien nos sirvió para acrisolarla y además nos dio la oportunidad de conocer muchas ciudades importantes y hermosas como Cuzco, Lambayeque, Tarma, Quillabamba, Oxapampa, Tingo María, Huánuco, Huancayo y muchas más.
En los últimos años de su carrera bancaria y después de tanto cumplir funciones fuera de su lugar de residencia, fue ubicado en un cargo estable en la Oficina Principal de Lima, permitiéndonos por fin reunificarnos todos en un solo lugar de residencia; pocos años después, cuando cumplió cuarenta años de servicios, decidió retirarse pidiendo su jubilación voluntaria para disfrutar mejor de su familia.

Pero por esas cosas del destino que no alcanzamos a comprender, sufrió un derrame cerebral que le dejó medio cuerpo paralizado y sin habla al poco tiempo de su jubilación y falleció un 5 de Noviembre de 1995 luego de pasar más de tres años con la secuela del accidente cerebro vascular.
                                                

Fue un excelente esposo, un padre ejemplar, un buen amigo y un trabajador honesto y responsable. Descansa en paz ULIQUITO, te recordamos con amor y gratitud por habernos legado un modelo de vida a seguir... EL AMOR NUNCA MUERE!








Biografia de Ulises Vela Hidalgo




El Amor Nunca Muere!

Biografia de Ulises Vela Hidalgo escrita por su esposa
Enith Alvarado Bartra Vda. de Vela con ocasion del
dia del padre del año 2014.


El 18 de Septiembre de 1931, en la ciudad de Moyobamba, Peru,  vino a este mundo  Ulises Vela Hidalgo en el hogar de los esposos Manuel de los Santos Vela Célis y Rosa Elvira Hidalgo Rengifo, siendo el primogénito de este matrimonio; Mas adelante fueron diez los hijos nacidos de esta unión y ellos son Ulises, Soledad, Edison, Sergio Hernán, Hercilia, Manuel , Teófilo, Carlos, Judith y Rolando.
Ulises en cuanto terminó sus estudios secundarios en el Colegio Nacional Serafín Filomeno, se vio en la necesidad de trabajar debido a las nuevas obligaciones que adquirió con la llegada de su primer hijo llamado Nelson.
                                             
Familia Vela en los 50's
                                


Con este propósito, y como persona responsable, se trasladó a la ciudad de Iquitos en búsqueda de trabajo para contribuir económicamente al sostenimiento del hogar de sus padres y con los gastos de la crianza de su pequeño hijo que fue criado por sus abuelos. Como padre responsable, él siempre estuvo pendiente de su primogénito desde cualquier lugar donde residía. En Iquitos, donde tenían un familiar muy cercano, con cuya ayuda entró a trabajar en el Banco de Crédito del Perú, entidad en la que logró hacer una verdadera carrera, gracias a su empeño, su responsabilidad y su deseo de progresar. Todavía tengo fresco en la memoria, sus noches de desvelo cuando de manera autodidacta estudiaba mecanografía, contabilidad y administración de empresas.

Trabajó en esta institución bancaria durante cuarenta años ininterrumpidos mereciendo siempre el aprecio y respeto de todos sus compañeros por su conducta recta y su trabajo intachable. Sus colegas de mayor confianza se referían a él con el apelativo de “Velita”.
Yo conocí a Ulises en Tarapoto, cuando él era funcionario de la recientemente inaugurada Sucursal del Banco de Crédito, que tenía su local cerca de la escuela donde yo trabajaba. Un día de 1957, mientras cumplía una actividad extra curricular celebrando el “Día del Ahorro”, llevé a mis alumnas a esta entidad para que abrieran una libreta de ahorros con la simbólica suma de S/. 1.00. y mientras ellas eran atendidas en una de las ventanillas, Ulises se acercó cortésmente a mí y conversamos brevemente.
Después de este incidente casual y fortuito, que nos dio la oportunidad de conocernos, comenzó una relación amistosa entre nosotros y que rápidamente fue creciendo hasta que nos enamoramos y casamos en poco tiempo. Se podría decir que fue el encuentro de dos almas gemelas y que el amor verdadero no se reduce a lo físico ni a lo romántico. “El amor verdadero, el amor que nunca muere, es la aceptación de todo lo que el otro es”.




Nos casamos el 12 de Octubre de 1957 y como regalo de esta unión después de un año nació nuestro primogénito al que bautizamos con el nombre de Ricardo, luego llegaron Miguel, Pilar, Marco y Luis.
Vivimos en Tarapoto durante muchos años y en el transcurso de ese periodo, Ulises participó activamente en muchas actividades de la colectividad, como en la construcción de la Iglesia nueva de esa ciudad, trabajando codo a codo con los padres Pasionistas como miembro de un comité creado para ese fin.

Cuando mi esposo fue trasladado a la ciudad de Tacna, nuestra vida familiar sufrió un duro golpe, ya que él tuvo que ir a esa ciudad inmediatamente para hacerse cargo del nuevo puesto. Yo me quedé sola en Tarapoto con nuestros cinco hijos mientras ellos terminaban su año escolar. Esto fue terrible, y llegado el momento de la mudanza fue un horror, perdimos muchos de nuestros enseres, y no todo termino allí, ya que después de permanecer unos pocos meses juntos en la ciudad de Tacna, Ulises fue nuevamente trasladado, esta vez al Asiento Minero de Toquepala en el mismo departamento de Tacna, y me tocó nuevamente quedarme sola con mis hijos; únicamente los fines de semana Ulises nos visitaba y así la pasamos durante cinco años.
Debido que nuestro hijo mayor estaba cursando estudios universitarios en Lima, nuestra familia estaba en tres lugares distintos y es por esto que tratando de reunir nuevamente la familia, Ulises solicitó y finalmente consiguió que le trasladaran a Lima aunque sea con carácter ambulatorio, ya que su función era la de remplazar temporalmente a funcionarios en diferentes localidades del país mientras nosotros permanecíamos en la capital del Perú sufriendo su ausencia; sin embargo, con mucho amor y responsabilidad, la pasamos siempre unidos a la distancia; yo tuve que renunciar a mi carrera docente para dedicarme íntegramente al cuidado de nuestros hijos

Gracias a Dios estos percances no derrumbaron nuestra unidad familiar y más bien nos sirvió para acrisolarla y además nos dio la oportunidad de conocer muchas ciudades importantes y hermosas como Cuzco, Lambayeque, Tarma, Quillabamba, Oxapampa, Tingo María, Huánuco, Huancayo y muchas más.
En los últimos años de su carrera bancaria y después de tanto cumplir funciones fuera de su lugar de residencia, fue ubicado en un cargo estable en la Oficina Principal de Lima, permitiéndonos por fin reunificarnos todos en un solo lugar de residencia; pocos años después, cuando cumplió cuarenta años de servicios, decidió retirarse pidiendo su jubilación voluntaria para disfrutar mejor de su familia.

Pero por esas cosas del destino que no alcanzamos a comprender, sufrió un derrame cerebral que le dejó medio cuerpo paralizado y sin habla al poco tiempo de su jubilación y falleció un 5 de Noviembre de 1995 luego de pasar más de tres años con la secuela del accidente cerebro vascular.
                                                

Fue un excelente esposo, un padre ejemplar, un buen amigo y un trabajador honesto y responsable. Descansa en paz ULIQUITO, te recordamos con amor y gratitud por habernos legado un modelo de vida a seguir... EL AMOR NUNCA MUERE!








Biografia de Ulises Vela Hidalgo




El Amor Nunca Muere!

Biografia de Ulises Vela Hidalgo escrita por su esposa
Enith Alvarado Bartra Vda. de Vela con ocasion del
dia del padre del año 2014.


El 18 de Septiembre de 1931, en la ciudad de Moyobamba, Peru,  vino a este mundo  Ulises Vela Hidalgo en el hogar de los esposos Manuel de los Santos Vela Célis y Rosa Elvira Hidalgo Rengifo, siendo el primogénito de este matrimonio; Mas adelante fueron diez los hijos nacidos de esta unión y ellos son Ulises, Soledad, Edison, Sergio Hernán, Hercilia, Manuel , Teófilo, Carlos, Judith y Rolando.
Ulises en cuanto terminó sus estudios secundarios en el Colegio Nacional Serafín Filomeno, se vio en la necesidad de trabajar debido a las nuevas obligaciones que adquirió con la llegada de su primer hijo llamado Nelson.
                                             
Familia Vela en los 50's
                                


Con este propósito, y como persona responsable, se trasladó a la ciudad de Iquitos en búsqueda de trabajo para contribuir económicamente al sostenimiento del hogar de sus padres y con los gastos de la crianza de su pequeño hijo que fue criado por sus abuelos. Como padre responsable, él siempre estuvo pendiente de su primogénito desde cualquier lugar donde residía. En Iquitos, donde tenían un familiar muy cercano, con cuya ayuda entró a trabajar en el Banco de Crédito del Perú, entidad en la que logró hacer una verdadera carrera, gracias a su empeño, su responsabilidad y su deseo de progresar. Todavía tengo fresco en la memoria, sus noches de desvelo cuando de manera autodidacta estudiaba mecanografía, contabilidad y administración de empresas.

Trabajó en esta institución bancaria durante cuarenta años ininterrumpidos mereciendo siempre el aprecio y respeto de todos sus compañeros por su conducta recta y su trabajo intachable. Sus colegas de mayor confianza se referían a él con el apelativo de “Velita”.
Yo conocí a Ulises en Tarapoto, cuando él era funcionario de la recientemente inaugurada Sucursal del Banco de Crédito, que tenía su local cerca de la escuela donde yo trabajaba. Un día de 1957, mientras cumplía una actividad extra curricular celebrando el “Día del Ahorro”, llevé a mis alumnas a esta entidad para que abrieran una libreta de ahorros con la simbólica suma de S/. 1.00. y mientras ellas eran atendidas en una de las ventanillas, Ulises se acercó cortésmente a mí y conversamos brevemente.
Después de este incidente casual y fortuito, que nos dio la oportunidad de conocernos, comenzó una relación amistosa entre nosotros y que rápidamente fue creciendo hasta que nos enamoramos y casamos en poco tiempo. Se podría decir que fue el encuentro de dos almas gemelas y que el amor verdadero no se reduce a lo físico ni a lo romántico. “El amor verdadero, el amor que nunca muere, es la aceptación de todo lo que el otro es”.




Nos casamos el 12 de Octubre de 1957 y como regalo de esta unión después de un año nació nuestro primogénito al que bautizamos con el nombre de Ricardo, luego llegaron Miguel, Pilar, Marco y Luis.
Vivimos en Tarapoto durante muchos años y en el transcurso de ese periodo, Ulises participó activamente en muchas actividades de la colectividad, como en la construcción de la Iglesia nueva de esa ciudad, trabajando codo a codo con los padres Pasionistas como miembro de un comité creado para ese fin.

Cuando mi esposo fue trasladado a la ciudad de Tacna, nuestra vida familiar sufrió un duro golpe, ya que él tuvo que ir a esa ciudad inmediatamente para hacerse cargo del nuevo puesto. Yo me quedé sola en Tarapoto con nuestros cinco hijos mientras ellos terminaban su año escolar. Esto fue terrible, y llegado el momento de la mudanza fue un horror, perdimos muchos de nuestros enseres, y no todo termino allí, ya que después de permanecer unos pocos meses juntos en la ciudad de Tacna, Ulises fue nuevamente trasladado, esta vez al Asiento Minero de Toquepala en el mismo departamento de Tacna, y me tocó nuevamente quedarme sola con mis hijos; únicamente los fines de semana Ulises nos visitaba y así la pasamos durante cinco años.
Debido que nuestro hijo mayor estaba cursando estudios universitarios en Lima, nuestra familia estaba en tres lugares distintos y es por esto que tratando de reunir nuevamente la familia, Ulises solicitó y finalmente consiguió que le trasladaran a Lima aunque sea con carácter ambulatorio, ya que su función era la de remplazar temporalmente a funcionarios en diferentes localidades del país mientras nosotros permanecíamos en la capital del Perú sufriendo su ausencia; sin embargo, con mucho amor y responsabilidad, la pasamos siempre unidos a la distancia; yo tuve que renunciar a mi carrera docente para dedicarme íntegramente al cuidado de nuestros hijos

Gracias a Dios estos percances no derrumbaron nuestra unidad familiar y más bien nos sirvió para acrisolarla y además nos dio la oportunidad de conocer muchas ciudades importantes y hermosas como Cuzco, Lambayeque, Tarma, Quillabamba, Oxapampa, Tingo María, Huánuco, Huancayo y muchas más.
En los últimos años de su carrera bancaria y después de tanto cumplir funciones fuera de su lugar de residencia, fue ubicado en un cargo estable en la Oficina Principal de Lima, permitiéndonos por fin reunificarnos todos en un solo lugar de residencia; pocos años después, cuando cumplió cuarenta años de servicios, decidió retirarse pidiendo su jubilación voluntaria para disfrutar mejor de su familia.

Pero por esas cosas del destino que no alcanzamos a comprender, sufrió un derrame cerebral que le dejó medio cuerpo paralizado y sin habla al poco tiempo de su jubilación y falleció un 5 de Noviembre de 1995 luego de pasar más de tres años con la secuela del accidente cerebro vascular.
                                                

Fue un excelente esposo, un padre ejemplar, un buen amigo y un trabajador honesto y responsable. Descansa en paz ULIQUITO, te recordamos con amor y gratitud por habernos legado un modelo de vida a seguir... EL AMOR NUNCA MUERE!








El Jeep de mi Padre



El Jeep de Mi padre
Por Miguel Vela



 Recuerdo con alegría cuando mi padre nos anunció que había comprado un Jeep  4 X 4 cuando entonces éramos muy niños y  vivíamos en la región de la amazonía peruana.  Imagínense que alegría para nosotros los chicos al ver el carro, un Jeep deportivo sin puertas y con capota. Fue muy emocionante.
Ahora viene lo curioso, mi padre no sabía manejar auto, ni tenía brevete (licencia de conducir) cuando compró el auto, pero se le presentó la oportunidad de adquirir el carro y no la dejó pasar. Mi padre como buen autodidacta que fue, no se hizo problemas y compró el Jeep con la idea, estoy seguro, de que aprendería sin ningún problema a manejar su propio auto. Así como se auto educó en la mecanografía, en las matemáticas, en la contabilidad y en llenar formularios de impuestos, logró su meta de aprender a manejar en corto tiempo.
Mi padre fue un as en la mecanografía y resolviendo operaciones matemáticas en su cabeza. Recuerdo haberle visto  usando sus 10 dedos y sin mirar el teclado, tipiando a una velocidad impresionante. Cuando íbamos a los restaurantes, él ya sabía de antemano cuanto saldría la cuenta con solo sumar los precios de los platos ordenados. Pobre si la cuenta estaba mal sumada. Mi padre le hacía saber al mozo el error así fuera en su favor o en contra. Así de honrado era él. Su pericia en el manejo de los números lo llevo a hacer carrera en la institución bancaria donde trabajó llegando a desempeñarse como contador sin tener estudios superiores como tal. Su organización, su honradez y su ética de trabajo fueron sus virtudes que lo llevaron a crecer en su centro laboral y también como padre y esposo.
Papá  tendría, calculo, como cuarenta años cuando aprendió a manejar su propio auto con la ayuda de un amigo que le dedicó solo unas pocas horas de su tiempo a enseñarle.  Cuarenta años es una edad tardia para los estándares de hoy en día, pero en su defensa tengo que decir que en esa época eran escasos los autos para uso familiar en las provincias alejadas de la capital. Como su amigo no tenía mucho tiempo para seguir enseñándole, mi padre buscó la compañía de uno de mis primos que vivía en casa con nosotros. Entre los dos se iban a practicar fuera de la ciudad y los dos aprendieron juntos. Mi primo Carlos tendría 18 años y mi padre como lo dije anteriormente más o menos 40. Fueron una buena dupla y los dos tenían ganas de aprender a manejar. Es decir, se dieron valor el uno al otro y lograron su propósito.
Yo tendría 9 años, o quizás menos cuando eso pasó y tengo muy buenos recuerdos de los paseos que hicimos en familia en ese Jeep verde con capota blanca y con parabrisas reclinable. Es decir, un auto de adolescente para mi padre cuarentón. Muchas alegrías y también sustos pasamos en el jeep de mi padre. Recordábamos con mi mamá el otro día que en un viaje en un día lluvioso, por poco nos desbordamos en una curva lleno de lodo. A no ser por la pericia de mi padre y por la vegetación al borde del camino, quizás nos hubiéramos desbarrancado. Felizmente mi padre sabía guardar la calma en los momentos difíciles, al contrario de la copilota del jeep. Mi mamá era y es muy nerviosa hasta ahora. Me cuenta que era ella quien le avisaba los peligros de la carretera y hasta tiene una frase célebre cuando se aproximaban a un bache: “Cuidado, hueco, huequito, huecón!”
Una mañana, muy temprano recuerdo que había una persona durmiendo sentada en el asiento derecho del Jeep. Mi padre lo fue a despertar y el susodicho estaba en estado etílico alto y no hacía caso, ni atinaba a pronunciar una palabra y menos a  mantener una conversación. Como vivíamos a media cuadra de la estación de policía, avisamos a los policías y ellos hicieron salir del jeep al borracho. Deducimos que aquella persona, por no ir a su casa a media noche y al ver el carro sin puertas, decidió sentarse a dormir en el jeep de mi padre.
En los múltiples paseos por la región de la amazonia peruana, en el jeep de mi padre hemos cruzando ríos angostos  a lo Indiana Jones, con agua llegando hasta los tobillos. Recuerdo que los pobladores del lugar le daban ánimo y le decían “póngale cuarta tracción jefe”. Cuando los ríos eran más anchos y caudalosos, el  Jeep era transportado en balsas especiales para “chimbar” (cruzar) el río, u otros métodos que los lugareños se ingeniaban en crear para cruzar los ríos y así llegar a las grandes ciudades. También recuerdo haber cruzado puentes improvisados hecho de troncos de árboles gruesos. Eso si cruzar sobre troncos era muy peligroso y se tenía que hacerlo muy lentamente y con la dirección de una persona adelante que te iba indicando si tenias que ir un poco a la izquierdo, un poco a la derecha o seguir en línea recta.
Ya que estamos tocando el tema de los ríos, también hay que recordar que en los domingos eran sagrados los paseos a la rivera de los ríos y visitas a los restaurantes campestres de la zona. En una ocasión nos encontramos con un amigo que mi padre conoció en Iquitos cuando joven. Para celebrar el re-encuentro se tomaron juntos unas cervezas. Mi padre solo tomaba socialmente y al segundo vaso de licor estaba ya alegre. Como notamos que mi padre no estaba al cien por ciento, no le dejamos manejar  de vuelta a casa. El amigo le dijo a mi mamá, “Señora, no se preocupe, no les va a pasar nada. Yo con “Ulichi” (así llamaba él a mi padre) manejábamos tanques de guerra en Iquitos”. Indudablemente una pretensiosa afirmación del amigo, típico de las personas pasados de copas. Siempre nos acordamos  y nos reímos de esa famosa frase. Los domingos en el río se aprovechaban también para lavar el carro. Aun tengo en mi memoria, como una foto o película, la vista del carro estacionado en la orilla del río y mi padre lavando su carro con la ayuda de alguno de nosotros usando baldes, trapos y escobillas.
Cuando salíamos de paseo, éramos siete personas que Íbamos en el carro. Los hijos más grandes atrás con radio portátil a pilas escuchando música o escuchando los partidos de futbol o las canciones de moda en esa época.  Mi hermano mayor copiaba a mano las letras de las canciones  para así tener su cancionero y nosotros menores nos hacíamos la lista o fixture del campeonato de futbol y así estábamos al tanto del torneo y llevábamos la cuenta de quién iba puntero. Mi padre fue hincha del Club Ciclista Lima, pero nunca nos arengo a seguir a su equipo. Creo que todos somos de Universitario de deportes, club más conocido como la “U” en Perú. Su fidelidad a su club fue tanto que cuando el Ciclista Lima bajo de categoría, mi padre no re-emplazo su club jamás.
Al recordar esta época me doy cuenta que definitivamente yo soy de la generación de la radio y el periódico, mas no de la Televisión. Recuerdo que la radio permanecía en casa  horas de horas prendida. A través de la radio nos llegaban las noticias y la cultura. Con decirles que vivimos el primer paso del hombre en la luna escuchándolo por la radio. Y no me olvido del mundial de Futbol México 70 que seguimos partido a partido a través de la radio en compañía de mis primos. Era todo un reto, pues teníamos que usar nuestra imaginación para poder visualizar lo que escuchábamos por la radio. A mí me fascinaba escuchar radio en banda corta de otros países.  Me acostaba con mi radio en mi velador y cuando el programa me aburría, cambiaba y cambiaba de estación. Gocé mucho la época de la radio.
El Jeep también servia para transportar el equipo de futbol de la institución bancaria donde mi papá era administrador. Recuerdo que muy de madrugada se levantaba y pasaba casa por casa para recoger los integrantes del equipo y llevarlos a entrenar. Y quien era el entrenador, pues mi padre que también había aprendido de manera autodidacta como entrenar un equipo de futbol. A través de un folleto se familiarizo con las reglas del juego y con ejercicios de calistenia, muy recordados por mí y mis hermanos. Tenía la misma rutina de unos cuatro o cinco movimientos para calentar el cuerpo antes de hacer deporte según el.
El Jeep al no tener puertas y la imposibilidad de comprar puertas en un concesionario  de autopartes en esa época  hicieron que el Jeep solo estuviera con nosotros unos pocos años. Por ese motivo y por tener hijos pequeños e inquietos hizo que nuestros padres vendieran el Jeep y adquieran un Opel station wagon, que por cierto también marco historia en nuestra familia. El tema del Glorioso Opel, color “verde Nilo” y “alemán de Alemania” lo dejamos para otra nota.
Todos nuestros familiares,  tíos y primos estoy seguro se acordaran del famoso Jeep de mi padre.  Definitivamente, dejó gratos recuerdos en nuestras vidas que serán difíciles de olvidar. Fuimos muy felices con ese Jeep y de una u otra manera contribuyo a consolidar nuestra unidad familiar, viajando juntos y disfrutando de paseos en nuestra infancia.
FIN