El Amor Nunca Muere!
Enith Alvarado Bartra Vda. de Vela con ocasion del
dia del padre del año 2014.
El 18 de Septiembre de 1931, en la ciudad de Moyobamba,
Peru, vino a este mundo Ulises Vela Hidalgo en el hogar de los esposos
Manuel de los Santos Vela Célis y Rosa Elvira Hidalgo Rengifo, siendo el
primogénito de este matrimonio; Mas adelante fueron diez los hijos nacidos de
esta unión y ellos son Ulises, Soledad, Edison, Sergio Hernán, Hercilia, Manuel
, Teófilo, Carlos, Judith y Rolando.
Ulises en cuanto terminó sus estudios secundarios en
el Colegio Nacional Serafín Filomeno, se vio en la necesidad de trabajar debido
a las nuevas obligaciones que adquirió con la llegada de su primer hijo llamado
Nelson.
Con este propósito, y como persona responsable, se
trasladó a la ciudad de Iquitos en búsqueda de trabajo para contribuir
económicamente al sostenimiento del hogar de sus padres y con los gastos de la
crianza de su pequeño hijo que fue criado por sus abuelos. Como padre
responsable, él siempre estuvo pendiente de su primogénito desde cualquier
lugar donde residía. En Iquitos, donde tenían un familiar muy cercano, con cuya
ayuda entró a trabajar en el Banco de Crédito del Perú, entidad en la que logró
hacer una verdadera carrera, gracias a su empeño, su responsabilidad y su deseo
de progresar. Todavía tengo fresco en la memoria, sus noches de desvelo cuando
de manera autodidacta estudiaba mecanografía, contabilidad y administración de
empresas.
Trabajó en esta institución bancaria durante
cuarenta años ininterrumpidos mereciendo siempre el aprecio y respeto de todos
sus compañeros por su conducta recta y su trabajo intachable. Sus colegas de
mayor confianza se referían a él con el apelativo de “Velita”.
Yo conocí a Ulises en Tarapoto, cuando él era
funcionario de la recientemente inaugurada Sucursal del Banco de Crédito, que
tenía su local cerca de la escuela donde yo trabajaba. Un día de 1957, mientras
cumplía una actividad extra curricular celebrando el “Día del Ahorro”, llevé a
mis alumnas a esta entidad para que abrieran una libreta de ahorros con la
simbólica suma de S/. 1.00. y mientras ellas eran atendidas en una de las
ventanillas, Ulises se acercó cortésmente a mí y conversamos brevemente.
Después de este incidente casual y fortuito, que
nos dio la oportunidad de conocernos, comenzó una relación amistosa entre
nosotros y que rápidamente fue creciendo hasta que nos enamoramos y casamos en
poco tiempo. Se podría decir que fue el encuentro de dos almas gemelas y que el
amor verdadero no se reduce a lo físico ni a lo romántico. “El amor verdadero,
el amor que nunca muere, es la aceptación de todo lo que el otro es”.
Nos casamos el 12 de Octubre de 1957 y como regalo
de esta unión después de un año nació nuestro primogénito al que bautizamos con
el nombre de Ricardo, luego llegaron Miguel, Pilar, Marco y Luis.
Vivimos en Tarapoto durante muchos años y en el
transcurso de ese periodo, Ulises participó activamente en muchas actividades
de la colectividad, como en la construcción de la Iglesia nueva de esa ciudad,
trabajando codo a codo con los padres Pasionistas como miembro de un comité
creado para ese fin.
Cuando mi esposo fue trasladado a la ciudad de Tacna, nuestra
vida familiar sufrió un duro golpe, ya que él tuvo que ir a esa ciudad
inmediatamente para hacerse cargo del nuevo puesto. Yo me quedé sola en
Tarapoto con nuestros cinco hijos mientras ellos terminaban su año escolar.
Esto fue terrible, y llegado el momento de la mudanza fue un horror, perdimos
muchos de nuestros enseres, y no todo termino allí, ya que después de
permanecer unos pocos meses juntos en la ciudad de Tacna, Ulises fue nuevamente
trasladado, esta vez al Asiento Minero de Toquepala en el mismo departamento de
Tacna, y me tocó nuevamente quedarme sola con mis hijos; únicamente los fines
de semana Ulises nos visitaba y así la pasamos durante cinco años.
Debido que nuestro hijo mayor estaba cursando
estudios universitarios en Lima, nuestra familia estaba en tres lugares
distintos y es por esto que tratando de reunir nuevamente la familia, Ulises
solicitó y finalmente consiguió que le trasladaran a Lima aunque sea con
carácter ambulatorio, ya que su función era la de remplazar temporalmente a
funcionarios en diferentes localidades del país mientras nosotros permanecíamos
en la capital del Perú sufriendo su ausencia; sin embargo, con mucho amor y
responsabilidad, la pasamos siempre unidos a la distancia; yo tuve que
renunciar a mi carrera docente para dedicarme íntegramente al cuidado de
nuestros hijos
Gracias a Dios estos percances no derrumbaron
nuestra unidad familiar y más bien nos sirvió para acrisolarla y además nos dio
la oportunidad de conocer muchas ciudades importantes y hermosas como Cuzco,
Lambayeque, Tarma, Quillabamba, Oxapampa, Tingo María, Huánuco, Huancayo y
muchas más.
En los últimos años de su carrera bancaria y
después de tanto cumplir funciones fuera de su lugar de residencia, fue ubicado
en un cargo estable en la Oficina Principal de Lima, permitiéndonos por fin
reunificarnos todos en un solo lugar de residencia; pocos años después, cuando
cumplió cuarenta años de servicios, decidió retirarse pidiendo su jubilación
voluntaria para disfrutar mejor de su familia.
Pero por esas cosas del destino que no alcanzamos a
comprender, sufrió un derrame cerebral que le dejó medio cuerpo paralizado y
sin habla al poco tiempo de su jubilación y falleció un 5 de Noviembre de 1995
luego de pasar más de tres años con la secuela del accidente cerebro vascular.
Fue un
excelente esposo, un padre ejemplar, un buen amigo y un trabajador honesto y
responsable. Descansa en paz ULIQUITO, te recordamos con amor y gratitud por
habernos legado un modelo de vida a seguir... EL AMOR NUNCA MUERE!
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